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Espera lo inesperado | Lo que nadie te dice de la fotografía de paisaje y hike a la Coconetla


Hace un par de semanas lancé una convocatoria abierta en mi Instagram para que cualquiera que quisiera pudiera acompañarme a un recorrido hacia el cuarto dinamo.


5 eventos inesperados y un místico resultado


Evento inesperado num. 1. Me dio apendicitis un viernes antes de nuestra aventura. Mi deseo de subir un cerro se vio afectado por una pequeña parte de mi cuerpo que decidió que era momento de dejar de funcionar (y no es que hiciera mucho antes, siendo honestos).



Una vez pasaron 4 semanas, decidí volver a lanzar la convocatoria y varias personas se unieron a la aventura. Sin embargo, si algo he aprendido, es que no es buena idea ir a un lugar (casi) remoto en autos separados, ya que siempre alguien se perderá y no habrá manera de comunicarse.


En esta ocasión, habíamos planeado salir a nuestro hike a las 8:30 am de nuestro punto de encuentro para llegar alrededor de las 9:30 a nuestro destino. Evento inesperado num. 2, nos perdimos de ida y cada quién llegó a una hora distinta. Cuando llegamos, no encontramos a todas las personas con las que habíamos planeado encontrarnos, por lo que decidimos esperarlas mientras desayunábamos unas ricas quesadillas y un delicioso atole (bueno, fui la única que tomó atole pero estaba uffff). Al final, comenzamos a subir el cerro hasta las 12 en lugar de a las 10.



Si bien ya habíamos contemplado que el día estaría nublado y que probablemente llovería, nos sorprendió el evento inesperado num. 3: no llovió hasta mucho más tarde de lo pensado. Pudimos hacer el hike al Mirador de la Coconetla sin tener que batallar con la lluvia y el lodo.


Evento inesperado num. 4: estando a punto de llegar, nos encontramos con otro amigo que había llegado conforme al plan y que de hecho ya estaba bajando. Aún así decidió acompañarnos hasta la cima.


Fue entonces cuando comenzó a lloviznar y nos encontramos con el evento inesperado num. 5, desde el mirador, lo único que se podía observar eran las densas nubes de lluvia que nos rodeaban. No se distinguía nada a nuestro alrededor. Parecía el límite de un videojuego donde los diseñadores ya no crearon nada más y solo ves una mancha blanca.

Aun así, puedo decir que es una de las cosas más impactantes que he visto en mi vida. Esa sensación de saber que hay algo más allá pero ser incapaz de verlo es algo que pone la piel chinita. Entre el frío, el viento, la lluvia, ese momento fue simplemente místico.




Lo que nadie te dice, pero que siempre pasa


Cuando te dedicas a hacer fotografía de pasiaje, sueles planear cuidadosamente los factores que te pueden afectar: la locación, el clima, la hora, la posición del sol, la luna y las estrellas. Pero muchas veces, por más que planeamos minusciosamente cada detalle, siempre habrá algo que no saldrá como lo esperabas.


A veces esa foto que tanto deseas no se logrará en esa ocasión, pero no hay que desanimarse, sino buscar la belleza en el resto de cosas que nos rodean. La naturaleza cambia constantemente y no cede ante nuestros caprichos. Si bien podemos estudiarla y creer que la entendemos perfectamente, nunca dejará de sorprendernos.


Así que ten los ojos muy abiertos y tu cámara lista en todo momento, porque nunca sabrás cuándo te sorpenderá.





-Caro

 
 
 

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